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23 de Diciembre de 2022 Actualidad

¿En qué momento se comenzaron a utilizar los relojes de pulsera?

Estilo, elegancia y confort

Hoy en día es muy común que todo el mundo lleve en alguna de sus muñecas un reloj de pulsera que destaque entre los pliegues de la ropa, sin embargo, este objeto tan icónico no se hizo popular sino hasta después de grandes hazañas llevadas por hombres y mujeres intrépidos que vieron en los relojes de pulsera una forma más práctica de contabilizar el tiempo. Durante la mayor parte del siglo XIX, los relojes de bolsillo mantuvieron el control de esta novedosa industria que comenzaba a surgir durante aquellos años de constante modernización, cualquier hombre de la época que se distinguiera era reconocido por el reloj que llevaba consigo a un costado del pecho, pero poco a poco los relojes de pulsera fueron adquirieron popularidad hasta convertirse en el pilar de los principales modelos de relojes que hoy en día se siguen fabricando.

 

 En Oficina del tiempo sabemos que te apasiona tanto como a nosotros el mundo de la relojería, por eso no te puedes perder la increíble historia que hay detrás de los relojes de pulsera. Continúa leyendo, ¡y hablemos de relojes

 

Historia de los relojes de pulsera

 

Si hay algo que destaca a los relojes de pulsera es su tamaño práctico y reducido que los convierte en accesorios perfectos para llevar a todas partes, pero precisamente estas cualidades fueron las que en un principio impidieron que estas piezas se popularizaran entre los hombres más reconocidos del siglo XIX debido a que este público selecto, que abarrotaba el mercado de la relojería de la época, prefería maquinarias de bolsillo más robustas que destacarán a un costado del pecho como emblemas de sofisticación. 

 

Se estima que el primer reloj de pulsera fue fabricado en 1810, especialmente para la reina Carolina Murat, hermana menor del célebre estratega militar Napoleón Bonaparte. Esta refinada dama de la realeza quería una pieza de la más alta relojería que se montara sobre un par de hilos de oro que pudiera colocar sobre su muñeca a modo de pulsera. El encargado de esta labor fue el conocido maestro relojero Abraham-Louis Breguet, conocido por sus ingeniosas piezas que hicieron posible los más llamativos relojes de aquellos años. Tiempo después, exactamente en 1869, la condesa Koscowicz de Hungría encargó nuevamente a una pieza similar, esta vez al célebre relojero Patek Philippe, que se destacó por su versatilidad y lujo, ayudando así a popularizar este tipo de implementos entre la realeza de la época. 

 

Personajes intrépidos

 

Los relojes de pulsera volvieron a obtener popularidad a principios del siglo XX en un contexto de constantes enfrentamientos militares que hicieron necesaria la implementación de nuevos artículos para poder medir el tiempo. La Guerra de los Bóers en Sudáfrica, por ejemplo, llevó a que los soldados ingleses que se encontraba en dicho territorio comenzaran a colgar sobre sus muñecas los tradicionales relojes de bolsillo debido a las difíciles condiciones geográficas de dicho entorno que imposibilitaban acceder de manera práctica a los artefactos de medición, pero no fue sino hasta 1904 que Louis Cartier diseñó uno de los primeros relojes de pulsera para el aviador brasileño Alberto Santos-Dumont. Gracias a la eficiencia que le ofrecía a los pilotos estas piezas, rápidamente los relojes de pulsera comenzaron a ser empleados en distintos contextos de alto impacto, como fue el caso de la Primera Guerra Mundial. 

 

Sin embargo, fueron dos intrépidas mujeres quienes popularizaron el uso táctico de los relojes de pulsera. Una de ellas fue la nadadora inglesa Mercedes Gleitze quien atravesó el canal de la mancha en 1927 con un Rolex Oyster en su muñeca, haciendo reconocida la frase “el reloj que desafía los elementos” que ayudó a darle un valor al modelo que lanzó por aquellos años esta icónica marca. La segunda mujer que tiene un papel importante en esta historia es Amelia Earhart, la aviadora estadounidense que logró atravesar el Atlántico en 12 horas, según lo indicó el cronógrafo Omega que llevó consigo durante esta expedición. 

 

Estilo, elegancia y confort al alcance de la mano

 

Aunque los relojes más populares dentro del círculo social de toda clase de mujeres fueron y aún siguen siendo los relojes de pulsera, los hombres comenzaron a usar con más regularidad estas piezas gracias a la versatilidad que ofrecían, pero comenzaron a llamarlos por el nombre de relojes de correa. Más allá del nombre y los detalles que distinguieron a estas piezas, tanto los relojes de pulsera como los relojes de correa mantienen un mismo concepto de brindar un acceso “al alcance de la mano” que sin duda alguna nos dio una nueva perspectiva del manejo del tiempo.

 

Año tras año se siguen fabricando nuevas y llamativas piezas que reúnen el lujo y la elegancia de una joya pulida a mano con la eficacia de un sistema lo suficientemente pequeño para adaptarse a la fisionomía del cuerpo, pero altamente óptimo para así permitir una visualización en corto tiempo que nos ayude a fluir con el tiempo de una manera más cómoda.

 

Esperamos que esta fascinante historia te haya sorprendido tanto como a nosotros. En Oficina del tiempo nos gusta traerte contenido de calidad en el que encontrarás los mejores detalles del mundo de la relojería. Te invitamos a conocer todo lo que tenemos para ti en nuestro blog de relojes.